domingo, 1 de noviembre de 2009

¿A DONDE VAN LOS MUERTOS?

Como dice Kinky y como pensarian los Aztecas... los muertos van a:

Los hombres y mujeres tenían destinados un lugar específico al momento de su fallecimiento. Por ejemplo, se tenía la creencia que los guerreros muertos en combate o en sacrificio eran elegidos para acompañar al sol desde su nacimiento por el oriente, hasta el mediodía, y las mujeres muertas en parto - quienes eran consideradas como guerreras por la lucha que tuvieron que sostener al dar a luz - eran elegidas para acompañar al Sol desde el mediodía hasta el atardecer. Pero sólo los hombres, al cabo de cuatro años de acompañar al astro rey en sus viajes diarios, se convertían en aves de rico plumaje para regresar así a la vida terrena.

El tlalocan, era otro lugar donde iban los muertos, pero aquí iban los que partieron de esta vida por diversas enfermedades como la gota, la sarna, la lepra, por ahogamiento o por un rayo. Se tenía la creencia de que este era el lugar de las delicias, de veraneo, de verdor absoluto, en donde no hacía falta nada. En él residía el Dios del agua y sus ayudantes, los tlaloques.

Y el tercer lugar a donde se dirigían los muertos era el Mictlán al que iban todas las personas que morían de muerte natural o de enfermedades no relacionadas con el agua. Se creía que para llegar a este sitio, se tenía que atravesar un largo camino lleno de peligros entre los que estaban: el lugar de la culebra que guarda el camino, y el lugar del viento frío de navajas.

En el Mictlan residía una dualidad: Mictlancihuatl y Mictlantecuhtli, señor y señora del mundo de los muertos. El Mictlan era concebido también de forma dual, como una caverna a través de la cual llegan los muertos, pero de igual forma era el lugar del nacimiento de los hombres. Y de este último punto, se encargó – de acuerdo a la mitología náhuatl - el Dios Quetzalcoatl, como podemos ver en el siguiente relato tomado del libro: “Los Antiguos Mexicanos”, de Miguel León Portilla:

“Y luego fue Quetzalocoatl al Mictlan,
se acercó a Mictlantecuhtli y Mictlancíhuatl y en seguida les dijo:
-“vengo en busca de los huesos preciosos
que tú guardas,
vengo a tomarlos”
y le dijo Mictlantecuhtli:
-“Que harás con ellos, Quetzalcoatl?”
y una vez más dijo (Quetzalcoatl)
-“Los dioses se preocupan porque alguien viva en la tierra”.
Y respondió Mictlantecuhtli:
-“Está bien, haz sonar mi caracol
y da vuelta cuatro veces
alrededor de mi círculo precioso”.

Pero cuando Quetzalcoatl recogió los huesos y se alejó, tropezó cayendo al suelo, donde se esparcieron los huesos. Cuando finalmente logró salir, los bañó con su sangre, a la vez que los dioses hicieron penitencia, logrando así el nacimiento del genero humano. Con este relato, nos damos cuenta nuevamente cómo se repite el concepto dual de los aztecas, ya que de los huesos de los muertos, nació la vida.

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